Rodríguez es un embajador de la clase obrera, del mundo cotidiano, pero también del mito de un artista auténtico.
Un hombre que amaba su música y creía en la magia y el poder de las canciones.
En solo dos discos capturó la esencia del blues de la ciudad, el racismo, la pobreza y la vida. Canciones tan simples y honestas que conectan de inmediato, letras sobre la nieve pero que calientan el corazón.
Bob Dylan y Marley son dos nombres que llegan de inmediato de referencia por tener esa destreza de crear una conexión inmediata con los sentidos más artísticos y poéticos del ser humano. Rodríguez hizo lo mismo, pero nunca logró tener el éxito masivo con los mismos mensajes que forjaron la revolución musical de los 70.
Y un día Rodríguez desapareció. Un fuego y un misterioso final comenzaron su mito.
Mientras tanto en la opresiva Sudáfrica de la década de 1970, la gente buscaba un héroe y, por supuesto, lo encontraron en un tal Nelson Mandela. Pero, de alguna manera, las canciones de Rodríguez viajaron por mar tierra y agitaron a la juventud y a una sociedad oprimida.
Los dos discos de Rodríguez, ‘Cold Fact’ y ‘Comming from reality’, generaron un impacto artístico que desató una ola de bandas que iniciaron una revolución musical.
Las canciones de Rodríguez se convirtieron en himnos que se enfrentaban al régimen del apartheid. Sugarman era más popular que Elvis Presley. Su música fue parte de la lucha contra la opresión.
Debido a la censura política de la radio, sus discos fueron pirateados y compartidos entre jóvenes sudafricanos que ansiaban un cambio. Rodríguez nunca tuvo idea del tamaño de su fama allí.
Nunca estuvo bajo los reflectores, no formó parte de esa cultura y adoración a las celebridades. Las regalías de sus discos nunca llegaron a su bolsillo. Un inmigrante mexicano perdido en la decadencia de una ciudad de Detroit que cada día se desvanecía con el tiempo.
Después de llegar a Sudáfrica y ante tanto reconocimiento, solo pudo agradecer a sus fans con la frase: “Gracias por mantenerme vivo”.
Rodríguez fue un hombre “rico” en muchas cosas, no material. Un artista auténtico. No probó la fama; no se dispuso a emprender largas batallas legales para tratar de obtener las regalías perdidas; simplemente disfrutó de sus experiencias y se fue a casa satisfecho de haber marcado la diferencia con su música.
Pienso que Rodríguez, perfeccionó su talento y aprendió su oficio con pasión, y al final, el éxito lo encontró de una manera inesperada.
Si crees que la música es capaz de levantar la conciencia, tiene la magia suficiente para cambiar el curso de vidas, el poder indescriptible de inspirar el rumbo de una nación, entonces tienes que escuchar a Sixto Rodríguez Sugarman.
El documental “Searching For Sugarman” cuenta está increíble historia como una intensa montaña rusa, es una historia que merece ser contada, y es uno de los grandes documentales de la última década.
Hazte un favor y tómate un tiempo para escuchar a Rodríguez, sus discos son como dos grandes cápsulas del tiempo que te hablan directamente, como si te conocieran de toda una vida y qué puedes cantar por siempre.
Ve ‘Searching for Sugar Man’. No te arrepentirás.