El terremoto más profundo jamás detectado que nunca se pensó que fuera posible
Científicos han detectado un profundo terremoto, el mayor en la historia, a unos 751 kilómetros por debajo de la superficie de la Tierra.
A esta profundidad, coloca a este terremoto en el manto inferior, dónde expertos sismólogos suponían que era imposible. Esto debido a que, bajo presiones extremas, las rocas tienen más probabilidades de doblarse y deformarse que de romperse con una liberación repentina de energía.
El terremoto fue reportado por primera vez en junio por la revista científica Geophysical Research Letters, lo que se registró fue una réplica menor de un terremoto de magnitud 7,9 que estremeció las islas Bonin cerca de Japón en 2015.
El equipo de investigadores dirigidos por el sismólogo de la Universidad de Arizona Eric Kiser, detectaron el terremoto utilizando la Hi–net Seismic Station de Japón, la red y sistema de sismógrafos implementados en el país asiatico desde 1995.
Actualmente, este sistema es la red más poderosa para detectar terremotos. El terremoto fue pequeño y no se pudo sentir en la superficie, por lo que se necesitaron instrumentos sensibles para encontrarlo. La gran mayoría de los terremotos son poco profundos y se originan dentro de la corteza terrestre y el manto superior dentro de los primeros 100 km bajo la superficie.
Acorde a los científicos, las rocas que se extienden en la corteza, por debajo de los 20 km, son frías y quebradizas, estas solo pueden doblarse un poco antes de romperse, liberando energía en forma espiral como un resorte. Sin embargo, a más profundidad, las rocas son más calientes y tienen más presión, eso las hace menos propensas a romperse.
A esta profundidad, cuando ocurren terremotos a altas presiones, se empujan poros llenos de líquido hacia las rocas y forzando su salida, las rocas pueden romperse. Este fenómeno ocurre en terremotos de hasta 400 km, pero incluso antes de la réplica en las Islas Bonin de 2015, se han observado terremotos en el manto inferior, hasta aproximadamente 670 km.
La investigación reafirma por qué esos terremotos han sido misteriosos durante mucho tiempo. Los científicos creen que a esa profundidad todo el agua debería ser expulsada y se estaría muy lejos de ver algún comportamiento frágil en las rocas.
La investigación indica que el problema con los terremotos a una profundidad de alrededor de 400 km tiene que ver con la forma en que los minerales se comportan bajo presión.
Los geocientíficos no pueden explorar la Tierra tan lejos directamente, pero han utilizado equipos de laboratorio para recrear presiones extremas y crear estos cambios en la superficie. Y debido a que las ondas sísmicas se mueven de manera diferente a través de diferentes fases minerales, los geofísicos pueden ver signos de estos cambios al observar las vibraciones causadas por grandes terremotos.
El terremoto de Bonin es el más profundo de esta zona de transición. A 751 km de profundidad, se originó en un lugar que debería estar directamente en el manto inferior.
Una posibilidad es que el límite entre el manto superior e inferior no esté exactamente donde los sismólogos esperaban que estuviera en la región de Bonin.
Los investigadores afirman que la Isla de Bonin es un lugar complicado por no saber identificar los límites entre el manto superior e inferior, lo que puede tener un efecto de deformación. Sin embargo, sospechan que la mejor explicación tiene que ver con el mal comportamiento de los minerales, o al menos de manera extraña de la corteza y sus temperaturas.